El sector aeroespacial de Estados Unidos atraviesa una de sus etapas más dinámicas. El país se consolida como el epicentro de startups con ambiciones diversas: acortar los tiempos de los vuelos comerciales y de carga, monitorear y gestionar la basura espacial, reducir los costos de lanzamiento y expandir la presencia en la órbita terrestre mediante constelaciones de satélites.
California, Texas y Florida lideran el sector, atrayendo talento de todo el mundo y afianzando la hegemonía estadounidense en el sector.
El hecho de que Elon Musk esté desempeñando un papel fundamental como asesor de Donald Trump sugiere que lasinversiones en esta industria no se detendrán, pese a la amenaza de nuevos aranceles.
Los contratos entre el gobierno federal y el sector privado seguirán floreciendo en los próximos años, y SpaceX, la empresa de Musk, podría ser una de las principales beneficiadas.
No obstante, la noticia más llamativa de la semana proviene de Venus Aerospace, una startup con sede en Houston (Texas), que acaba de realizar con éxito la primera prueba de vuelo de un motor cohete de detonación rotativa (RDRE por sus siglas en inglés) dentro del territorio estadounidense.
El innovador diseño presentado por la startup promete una mayor eficiencia en el consumo de combustible y una mayor propulsión en comparación con los motores cohete tradicionales. Se trata de la segunda prueba exitosa de este tipo en el mundo, tras el logro de una empresa polaca en 2021.
Venus Aerospace planea incorporar esta tecnología en su futuro avión hipersónico, el Stargazer M4, diseñado para alcanzar velocidades de hasta 11.000 km/h, lo que permitiría reducir los tiempos de viaje intercontinentales a menos de dos horas.
La compañía espera perfeccionar esta tecnología en los próximos años y lanzarla comercialmente a partir de 2030. Los viajes supersónicos no están tan lejos como parece.
Más allá de los vuelos comerciales, estos motores también presentan un gran potencial en el ámbito militar. Su eficiencia y tamaño compacto los hacen ideales para misiles y aeronaves hipersónicas, que requieren de altas velocidades y un uso óptimo del combustible. Como era de esperarse, el Departamento de Defensa de EE.UU. ya ha mostrado interés en esta tecnología para mantener su ventaja estratégica en capacidades aeroespaciales. Las startups con aplicaciones militares también viven un momento de auge.
Boom Supersonic
La startup Boom Supersonic, con sede en Denver (Colorado), es una de las más prometedoras en el espacio de la aviación supersónica, gracias a su ambicioso proyecto Overture. Este avión aspira a revolucionar los viajes aéreos al reducir significativamente los tiempos de vuelo.
El Overture alcanzaría velocidades de hasta 2.100 km/h y tendría capacidad para entre 60 y 80 pasajeros. Además, Boom ha apostado por el uso de combustible de aviación sostenible con el objetivo de lograr emisiones netas de carbono cero desde el primer día de operaciones.
Si bien aún falta tiempo para que las velocidades hipersónicas de Venus Aerospace se conviertan en una realidad, Boom Supersonic está más cerca de alcanzar sus metas.
La compañía ya ha firmado acuerdos de venta con dos de las principales aerolíneas de EE.UU.: United Airlines, que adquirió 15 aviones Overture en 2021, y American Airlines, que confirmó la compra de 20 unidades, con la posibilidad de que entren en operación en 2029.
Ya queda menos para que volar se convierta en una experiencia más cómoda, aunque podemos esperar que el acceso inicial a los vuelos supersónicos tenga un coste mucho más elevados en un inicio.