En Silicon Valley ya se sabe que los aranceles son una distracción de la actual administración republicana para desviar la atención de los recortes sociales.
La amenaza de Trump de imponer una tasa a Apple para forzar a la empresa a fabricar el iPhone en territorio estadounidense se disipará como tantas otras, con un anuncio del presidente asegurando que la compañía en cuestión ha accedido a sus deseos, maquillando la realidad.
Sin embargo, el día a día en Silicon Valley continúa con normalidad, intentando que la inestabilidad política y económica no tenga un gran impacto en el corazón del sector tecnológico del país.
California ha sido un pilar clave en la historia de la innovación y hoy enfrenta un momento decisivo: demostrar que sigue siendo el epicentro del progreso tecnológico y que mantendrá su liderazgo en las próximas décadas frente a potencias emergentes como China.
El gigante asiático ya le pisa los talones a Silicon Valley, y la gran apuesta para liderar la próxima revolución digital es la inteligencia artificial. Esta tecnología de aprendizaje automatizado entra ahora en una segunda fase, en la que hardware y software convergerán de forma verdaderamente “armoniosa”.
Hasta ahora, la revolución de la inteligencia artificial se ha centrado mayormente en los avances del software, pero sus aplicaciones en dispositivos aún no han alcanzado ni una fracción de su potencial.
Por eso, no sorprende que la noticia más comentada de la semana provenga de los cuarteles generales de OpenAI en California. Sam Altman, CEO de la firma, anunció la adquisición del equipo “io”, liderado por el exjefe de diseño de Apple, Jony Ive.
Altman y la antigua mano derecha de Steve Jobs llevan dos años colaborando, pero ahora dan un paso más en esta relación platónica profesional y unen equipos para desarrollar el siguiente paso evolutivo natural de la inteligencia artificial.
“Tengo la sensación de que todo lo que he aprendido en los últimos 30 años me ha llevado a este momento”, comentaba Ive en un comunicado de prensa publicado por la compañía. “Aunque siento tanto miedo y entusiasmo por la responsabilidad del importante trabajo que tenemos por delante, estoy profundamente agradecido por la oportunidad de formar parte de una colaboración tan significativa. Los valores y la visión de Sam y de los equipos de OpenAI e ‘io’ son una fuente de inspiración”.
Según informaba The Wall Street Journal en un documento filtrado de OpenAI, el objetivo de la compañía es distribuir más de 100 millones de dispositivos con IA en los próximos años. El nuevo gadget sería de pequeño tamaño, sin parecerse a un teléfono. Más bien, se tratará de un acompañante que interactúe con los usuarios de la forma más natural posible.
En este sentido, el nuevo dispositivo de inteligencia artificial aspira a lograr lo mismo que Jony Ive consiguió con el iPhone hace casi dos décadas: convertirse en una revolución tecnológica.
Dar un salto competitivo tan fuerte en la industria que los competidores no sepan reaccionar a tiempo. En su momento, el iPhone presentó una tecnología adelantada a su tiempo, y Sam Altman quiere tener su propio momento para los libros de historia.
El objetivo de este nuevo instrumento consistirá en reducir la dependencia de los usuarios de las pantallas, evitando que tengan que encender un ordenador o desbloquear el teléfono.
Ahora, Jony Ive asumirá la responsabilidad de diseñar esta experiencia y materializarla con éxito. Todo indica que OpenAI no pretende competir directamente con las gafas de Meta o Google, lo que hace que su apuesta sea aún más ambiciosa, ya que se trata de un producto cuyo concepto, por el momento, sigue siendo un completo misterio.