El mundo ha aprendido a no temer la amenaza de los aranceles de Trump. Su agenda económica internacional no ha surtido el efecto que su administración deseaba. La estrategia es obvia: presionar a los aliados para intentar sacar un poco más de ellos y luego celebrar las victorias políticas.
Solo en un inicio, los principales socios comerciales de Estados Unidos contuvieron el aliento, pero la tensión fue disminuyendo a medida que Trump retrasaba la entrada en vigor de sus temidos aranceles.
Tantos cambios de opinión al respecto le ganaron el apodo de “TACO” en Wall Street. Una periodista se lo mencionó al presidente durante una rueda de prensa en la Casa Blanca. Al presidente le pilló por sorpresa la noticia y mostró su disgusto públicamente.
El sobrenombre son, en realidad, las siglas de “Trump Always Chickens Out”, es decir, “Trump siempre se echa atrás”, y hace referencia a sus constantes cambios de postura sobre este tema del que no se ha parado de hablar desde que Trump iniciara su segundo mandato en enero.
Este viernes 27 de junio, el presidente volvió a hacer referencia a la implementación de estos impuestos comerciales como medida para impulsar la producción nacional. Tomar acciones para fortalecer el sello “made in America” no es algo nuevo, ya que Trump se guió por estos principios en su primer mandato. Biden, de hecho, recogió el testigo y logró aprobar leyes para aumentar la producción de procesadores en el país. Pero en esta ocasión, las medidas anunciadas son más agresivas.
Resulta irónico que los hijos del presidente presentaran el teléfono móvil “Trump” a mediados de junio y que se haya filtrado que este nuevo producto no será fabricado en territorio estadounidense.
“Puede que extendamos el plazo que hemos dado para la puesta en marcha de los nuevos impuestos o puede que lo acortemos”, comentaba el presidente de EE. UU. el viernes en una rueda de prensa.
Una vez más, la amenaza queda en el aire. Las relaciones entre la administración Trump y el gobierno mexicano, liderado por la morenista Claudia Sheinbaum, parecen ser favorables.
En diversas ocasiones, el secretario de Estado, Marco Rubio, ha elogiado las acciones del Ejecutivo mexicano. Esto sugiere que la economía de México podría beneficiarse de cierto alivio, a pesar del riesgo de una leve desaceleración.
Sin embargo, todo apunta a que la extensión anunciada por Trump hace unos meses volverá a prorrogarse al menos hasta julio, según insinuó el secretario del Tesoro, Scott Bessent.
En cualquier caso, México y Canadá quedan exentos de esta amenaza, ya que los tres países norteamericanos cuentan con acuerdos económicos especiales.
No obstante, México debería prestar atención al posible acuerdo que EE. UU. pueda alcanzar con India en los próximos días. En años recientes, México ha superado a China como el mayor exportador hacia Estados Unidos, pero India podría convertirse en un nuevo competidor.
Mientras México y Canadá juegan con sus propias reglas, la situación para el resto de América Latina es distinta.
Los aranceles juegan un papel crucial en la economía latinoamericana y su vibrante ecosistema de startups. Un aumento de precios a nivel global podría afectar la manufactura de hardware y poner en riesgo el crecimiento sostenible que la región ha experimentado desde 2020.